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lunes, 16 de mayo de 2011

PIEDRAS

Seco.
La almohada ha bebido de mis ojos toda el agua que mantenía con vida el  jardín de mis ilusiones.
Las rosas de tus besos dejan las espinas clavadas en mí tras marchitarse los pétalos de esperanza.
Las raíces de la indiferencia han germinado en mi corazón como enredaderas de hierro que enjaulan cada latir del motor de mi existencia.

Inmóvil.
La corteza de mis huesos ha dejado de vibrar al son de tus palabras, solidificando cada articulación, impidiéndome emigrar hacia nuevos pastos.
Las baldosas que dibujaban nuestro camino han estallado bajo la presión de malas hierbas que atan mis pies haciéndome caer de bruces.

Vacío.
La cáscara que protegía recuerdos escalonados de un futuro ha sido atacada por insectos que invadieron nuestro nido devorando el fruto de nuestras caricias.
El sol que iluminaba mi mirada me da la espalda, dejando mis ojos sumidos en la oscuridad de la noche más fría.
Las grietas en el árido suelo de mi piel han dejado expuesto todo mi ser, sufriendo impotente el ataque de la resignación.

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